¿Cuál es la diferencia entre el odio y la ira?

Respuesta de Lama Ole:

La ira es algo recién salido de la máquina. Es odio cuando ha estado almacenado en la bodega por un tiempo.

La ira está ahí si reaccionas a algo. En el caso del odio, el recuerdo de experiencias desagradables ya está allí, y luego se activan los sentimientos negativos. El odio tiene raíces profundas y puede extenderse ampliamente. La ira es más una reacción a corto plazo y luego te olvidas de la situación.

El gradiente al interior de Europa también es interesante: cuanto más vas al sur, más rápido se enciende la ira; pero la gente allí también se deshace de ella rápidamente. En el norte de Europa, la ira aparece más lentamente, pero también permanece por más tiempo. Así que las reacciones emocionales al interior de Europa son un poco diferentes.

¿Existe un antídoto rápido que podamos aplicar si somos atrapados de repente por la ira?

Respuesta de Lama Ole:

El mejor antídoto contra la ira es estar preparado; haber trabajado en el tema antes de que algo suceda. Es bueno tener puesto el paracaídas antes de saltar por la ventana.

Si de repente nos sorprende la ira, lo mejor es imaginar al lama sobre nuestra cabeza, y luego –como un balde de agua que se está vaciando– su bendición fluye a través de nosotros y nos convertimos en él. Ese es el método más rápido.

En las diferentes fases de la meditación, aprendemos a ver cómo aparecen los sentimientos, tratan de atraparnos y luego se disuelven. Cuando uno ha visto esto lo suficiente durante la meditación, sin reaccionar ante ello, entonces tiene una distancia protectora para la vida ordinaria. Esa es una gran ventaja.

¿Qué debo hacer con mi ira cuando ya la estoy sintiendo?

Respuesta de Lama Ole:

Si es una ira que crece gradualmente y puedes sentirla físicamente, entonces cava en el jardín. Si se trata, en cambio, de un temperamento violento, entonces piensa: “Ahora me convertiré en un tronco de árbol” o simplemente imagina a Karmapa sobre tu cabeza, déjalo caer en tu corazón e irradiar desde allí.

Si consigues tener suficiente espacio en la mente para reconocer las cosas antes de que lleguen, entonces puedes trabajar con ellas. Ya no eres el objetivo, puedes verlo todo de una manera más allá de lo personal. Entonces, también sabes que todos los seres quieren tener la felicidad y evitar el sufrimiento, pero no saben lo que realmente está sucediendo. La gente no puede evitarlo. No hay nadie que no quiera ser feliz y evitar el sufrimiento. Pero la gente está tan confundida, que casi siempre agarra las ortigas en vez de las flores. Creen que pueden crear una ventaja para sí mismos dañando a alguien. Pero eso es imposible, tarde o temprano las dificultades siempre regresan a uno. Todo es causa y efecto. Y si tienes una conexión con algunas personas difíciles, piensa: “Debo haberles hecho algo anteriormente. Ahora voy a dejar caer la pelota, porque si la lanzo de nuevo, podría regresar a mí en la próxima vida. Más bien, voy a apartar la pelota y no la recogeré. Así, ya no le deberé nada a esa gente. Adiós, buena suerte”. Sería inteligente pensar de esta manera.

Lo más estúpido que uno puede hacer es tomarse en serio los viajes personales, creer que son reales, y por consiguiente, aferrarse a ellos.

¿Cuál es la diferencia entre la ira y la decepción?

Respuesta de Lama Ole:

La ira es el deseo de dañar a los demás. La decepción significa lamentar que no se pudieran haber aprovechado grandes posibilidades. Si, por ejemplo, una gran oportunidad pasa de largo o si a los amigos no les va bien, entonces aparece un profundo sentimiento de pesar. Si las oportunidades perdidas lo afectan a uno fuertemente, hay que tener cuidado de que el sentimiento no degenere en ira.

¿Es verdad que la ira es la peor de todas las emociones perturbadoras?

Respuesta de Lama Ole:

La ira es el mayor enemigo de nuestro desarrollo. Si uno está enojado, destruye todo: la alegría, los buenos sentimientos, todo.

La ira es, en realidad, una confesión de debilidad. Al menos, así es como lo vemos en Escandinavia, mi hogar. Si te enojas, ya has fracasado. Significa que no pudiste manejar la situación.

¡Pero esto no significa que uno no deba actuar enérgicamente! La acción poderosa es importante, pero uno no debe estar enojado en el proceso. Uno puede hacer todo tipo de cosas, siempre y cuando la motivación sea la de traer al mundo la menor cantidad posible de sufrimiento. Con esta motivación, uno incluso puede convertirse en soldado, siendo budista. Yo también tomaría medidas drásticas si alguien interfiere con una buena causa, pero lo haría sin ira. Todo consiste en la sensación que uno tiene al hacer algo. Un médico que no opera a un paciente porque la cirugía será dolorosa, no es un buen médico.

¿Cómo podemos trabajar con la ira en el Camino del Diamante?

Respuesta de Lama Ole:

Muchas personas tienen dificultades con la ira y otras emociones perturbadoras. Hay tres tipos básicos de personas: los que son más propensos a la confusión, los más propensos a la ira y los más propensos a la codicia. Uno puede trabajar con los tres tipos en tres niveles distintos.

En el caso de la ira, en el nivel externo, podemos tratar de convertirla en compasión. Podemos desearles felicidad a los demás, sobre todo cuando vemos que experimentan muchas situaciones que les causan dificultades. En el nivel interno, uno trabaja con la meditación. Aquí invertimos mucho tiempo en la fase de construcción de la meditación; y la fase de disolución –en la que el Buda se disuelve en luz y se funde en nosotros– la hacemos muy corta. En el tercer nivel del Camino del Diamante (Mahamudra para nosotros o Maha Ati para los Nyingmas), uno ya no pone más energía en la emoción. Uno puede dejar entrar la ira, como un ladrón que entra a una casa vacía. Él puede recorrer el lugar, mirar dentro de los cajones y debajo de la alfombra, pero encontrará que todo está vacío. No recibe ninguna energía. Y luego, cuando desaparezca, ya no volverá tan fácilmente. Uno también puede recordar la canción sobre Lili Marleen: “Todo pasa, todo se terminará en algún momento”.

Si observas la causa y el efecto de la ira, puedes ver que soportarla en silencio o dejarla salir, no son la mejor ayuda para enfrentarla. Solo deberías actuar cuando ya no estés enojado. La ira confunde, cometes muchos errores cuando estás enojado. Actúas como si estuvieras bajo la influencia del alcohol: tienes los ojos enrojecidos, dices cosas extrañas y rompes las cosas con las manos. No puedes conducir bien un automóvil y puedes lastimarte fácilmente. La intoxicación por adrenalina causa el mismo resultado. Sin ira, puedes actuar mucho mejor en cualquier situación, y también llegarás a la raíz de un problema más fácilmente.

Debes saber que la ira no es nuestra amiga. La ira puede dar calor, pero es como quemar dinero en lugar de usar carbón o aceite. En muy poco tiempo, la ira quema muchas buenas impresiones que se han acumulado en la mente. Quema toda la alegría que podría haberte llevado a un mayor desarrollo. Tan pronto identifiques a la ira como tu enemiga, debes atraparla y vencerla.

La ira es una verdadera debilidad. Nos da una sensación de fortaleza, pero en realidad nos hace daño. Cuando uno está seguro de esto y realmente ha entendido que “la ira no es mi amiga, no me ayuda, solo me daña”, entonces puede eliminar esta emoción. Para este tipo de trabajo, hay un método de tres niveles:

1. Dale menos comida al tigre para evitar que se fortalezca. La ira solo vive de la energía que pones en ella. Ten cuidado con las situaciones en las que siempre te arroja al agua.

2. Observa de cerca cómo funciona el tigre, cómo avanza y retrocede mostrando los dientes y volteando los ojos. Observa con precisión cómo funciona, cómo es la emoción.

3. Luego, monta al tigre. Cuando ya lo conozcas bien, usa su poder como energía pura para todas las tareas que tengas frente a tu nariz.

Primer nivel: Evitar.

Mientras no te sientas fuerte, te aconsejo evitar las situaciones que te afecten demasiado y en las que no tengas ningún control. Esto es mejor que avergonzarte en frente de tus amigos o destruir amistades. No es un acto de cobardía apartarse de las dificultades y problemas, si sabes que sueles enojarte mucho en esas situaciones. Es mejor dar un paseo al aire libre; eso es mucho más sano. Normalmente, no es muy fácil evitar la ira, porque precisamente nuestro enojo se debe a que nosotros mismos tenemos dificultades. Si no tenemos ira, nada puede desencadenarla. Pero si tenemos la vibración de este sentimiento en nosotros, se puede activar. Para no tener que evitar tales situaciones todo el tiempo, puedes aprender a adquirir distancia interna. Así es como nos volvemos más fuertes y capaces de hacer más en el segundo nivel.

Segundo nivel: Desarrollar compasión.

Si siempre te encuentras en situaciones donde la ira surge una y otra vez, puedes dar vuelta a la negatividad y transformar la ira en compasión.

Para obtener un poco de distancia interna, puedes decirte: “La ira no estaba allí antes, no estará allí después, y si respondo a ella ahora solo habrá sufrimiento”. O uno construye una barrera protectora al experimentar la situación como si estuviera en un sueño. Esto significa simplemente observar todo como si fuera una película. Observa cada escena y usa la técnica del salami: córtalas en secuencias individuales. Con esta técnica, podrás actuar donde –de otro modo– podrías haberte vuelto rígido o haber hecho algo ilógico. Por ejemplo, en una situación en la que alguien se te acerca con un cuchillo, o si alguien siempre habla mal de ti, puedes transformar tu reacción en compasión. Puedes pensar: “¡La gente tiene tantas dificultades! Me necesitan como chivo expiatorio porque ellos tienen un problema real. Y tienen que soportarse veinticuatro horas al día, mientras que yo solo tengo que pasar diez minutos con ellos”.

Tercer nivel: Transformar la ira en la sabiduría como un espejo.

Estás enojado, pero no actúas en consecuencia. Observas cómo aparece la ira en el espacio de la mente y cómo se disuelve nuevamente. Podrías pensar en arrojarle algunas tazas de café al otro en la cara o en dar un portazo, pero no lo haces. Simplemente te sientas allí, como el tronco de un árbol –como dicen los tibetanos– y ves cómo la sensación se disuelve. Percibes los sentimientos que vienen, cambian y se van. Eres consciente de lo que hay allí, pero no golpeas a nadie, ni gritas, ni buscas tu arma. Simplemente te sientas allí y observas cómo pasa.

Las emociones perturbadoras despiertan cada vez menos tu interés, hasta que un día simplemente se mantienen lejos. Experimentas el enojo como un mal programa de televisión: no tienes que verlo, ni tomarlo en serio. Entonces, la ira se marcha, como las olas que van y vienen en el océano; y cuando la ola –la emoción– regresa luego a la mente, habrá cambiado. De pronto, tendrás experiencias de completa claridad, de verdadera comprensión profunda y total entendimiento. Tales experiencias de estados más allá de lo personal, totalmente claros y como un espejo, aparecerán cada vez con más poder, hasta que seas capaz de mantener ese estado de sabiduría.

Esta es la transformación de la ira. Se denomina “sabiduría como un espejo” y aparece en todos aquellos que logran dejar que sus emociones se disuelvan en el espacio. Esto crea un efecto dominó: la ira transformada reduce el orgullo, derriba el apego, elimina los celos, y al final, incluso disuelve la ignorancia. Luego, todo es sabiduría.

Cuarto paso adicional: Aprender a usar las energías.

Si has pacificado la emoción perturbadora con el mantra de purificación de las cien sílabas o mediante la compasión, habrás recuperado el control, ya no explotarás. Puedes usar el momento posterior al paso de la ola más grande –cuando la energía misma todavía está allí, pero no puede seducirte para hacer algo negativo– para hacer lo que tienes pendiente en tu día a día. Cuando reconozcas tu enojo, orgullo, celos, etc., entonces lava el automóvil, limpia el baño, arregla la casa, cava en el jardín, ocúpate de las treinta llamadas telefónicas y las cincuenta cartas que te están esperando.

Tampoco tiene sentido convertir los sentimientos en dramas, buscando soluciones tales como golpear una almohada mientras imaginas que golpeas a alguien. En verdad, la mente es un animal de costumbres: se convierte en lo que ponemos en ella. Si expresamos nuestra ira, veremos que la próxima vez que aparezca, volverá con mayor fuerza Y después de un tiempo, todos nuestros amigos se habrán ido, porque a nadie le gusta la gente enojada. La ira crea malas vibraciones. No le des ningún poder, no pienses en ella. Más bien, ¡arrincónala hasta que muera sola y luego haz algo útil!

Las emociones perturbadoras son como nubes que pasan frente al sol. Al tratarlas como ondas en el agua que van y vienen, uno no tiene que tomárselas en serio; pero el agua que hay en ellas puede ser muy útil. En realidad, en el budismo, nuestra visión de las emociones perturbadoras es muy diferente de la de otras religiones. En el Camino del Diamante, vemos todas las emociones perturbadoras como materia prima para la iluminación.

¿Es verdad que la causa real de la ira es la ignorancia?

Respuesta de Lama Ole:

Sí, todo sufrimiento y dificultad surge de la ignorancia. Como no sabemos qué causa la felicidad y el sufrimiento, agarramos las ortigas en lugar de las flores; cometemos errores todo el tiempo. La religión local aquí [el cristianismo] tiene la opinión de que la ira surge del mal. Pero el Buda dice que su causa es la ignorancia.

La ignorancia básica es la incapacidad de la mente para reconocer la unidad entre el observador, lo que se observa y el acto de observar en sí mismo. En otras palabras, el sujeto, el objeto y la acción forman una totalidad y se condicionan entre sí. La mente no iluminada es incapaz de reconocer esta unidad, tal como el ojo puede ver hacia afuera, pero no puede verse a sí mismo.

Si no reconocemos esta unidad, todo lo que está sucediendo en el espacio de la mente se fragmenta en un “yo” y un “tú”. Debido a la tensión entre “yo” y “tú”, aparecen gustos y disgustos.

Aparecen emociones más complicadas como el orgullo, los celos y la confusión, y uno las considera reales, a pesar de que cambian constantemente. Uno hace una cosa, piensa otra e incluso dice una tercera cosa. Esto trae resultados y crea hábitos que luego vuelven a uno mismo. Así es como la ignorancia se convierte en la causa de la ira.

¿Cómo surge la ira?

Respuesta de Lama Ole:

Si uno está completamente dentro del flujo de las cosas, entonces la ira no surge. La condición previa para la ira, es una separación en la mente: “Yo estoy aquí y algo está sucediendo allí”.

Si no creas esta separación, entonces puedes disfrutar de todo. Compartes una totalidad, todo fluye. Pero si empiezas a pensar: “Yo estoy aquí y ellos están allá”, y así, entonces las cosas se ponen raras. A partir de ese momento, la ira puede desarrollarse.

También existe la ira idealista. Aparece cuando uno piensa que las cosas deberían ser diferentes a como realmente son. A mí también me preocupan algunas de esas cosas, por ejemplo, lo que las personas en África o en el mundo islámico se están haciendo entre ellas. Pero si uno, en cambio, tiene compasión y espera que tal vez esas personas puedan resolver sus dificultades en un futuro cercano, entonces uno es inteligente. Uno puede transformar la ira en compasión. Eso es bueno y no cuesta nada. La ira, por otro lado, cuesta mucho.

Hasta la pubertad, uno experimenta la continuación de su vida anterior. Desde el momento en que inicia la pubertad –cuando se enciende el gran motor de la sexualidad, y la ilusión y los hábitos del ego se fortalecen– uno crea su nueva vida. Más tarde –a partir de los sesenta años aproximadamente– los rostros de las personas muestran lo que han hecho con sus vidas, si sus acciones fueron predominantemente beneficiosas o perjudiciales. Entonces, es una lástima ver que alguien luce como tres días de clima lluvioso. Uno puede ver realmente cómo la ira y los malos sentimientos se vuelven más y más fuertes. Pero alguien que tiene muchos buenos sentimientos y hace buenos deseos por los demás, se ve realmente bien incluso al final de su vida. Es importante estar vigilantes aquí.

¿Qué es exactamente la ira?

Respuesta de Lama Ole:

La ira es el deseo de dañar a otro ser. Las condiciones para la verdadera ira son:

–Sé que eres un ser humano.
–No me gustas y quiero hacerte daño.
–Lo hago o hago que alguien lo haga.
–Y después estoy satisfecho con ello.

Esta es la verdadera ira. Explotar y cometer un error es una reacción muy común, pero la clara intención de querer dañar a alguien no está presente.

La mayoría de las personas se dejan provocar por algo y luego actúan sin pensarlo, pero no con la intención consciente de dañar a otros.