Respuesta de Lama Ole:
Si detenemos la confrontación entre “esto o lo otro” y “tú o yo”, si dejamos de esperar y de temer, no significa que de repente nos convertimos en vegetales amigables, sentados por ahí, mirando a nuestros ombligos y diciendo “OM” cada hora.
Cuando uno ha removido las emociones perturbadoras, se vuelve realmente efectivo. Más allá de lo que pensamos, lo que queremos, lo que imaginamos –más allá de este nivel– se encuentran el gozo total, el poder, el amor, la energía completa de nuestra mente. Todo está allí, y solo cuando las emociones perturbadoras se han ido, pueden expresarse por completo.
No permitimos que hagan cualquier cosa con nosotros. No nos volvemos pasivos ni nos sentamos como un asceta que permite todo sin interferir. Cuando las emociones perturbadoras se han ido, entonces intervenimos. Nos convertimos en un “elefante loco”, como dijo Milarepa; hacemos exactamente lo que es necesario, sin expectativas ni miedo. Reaccionamos como una espada y cortamos donde es necesario.
Cuando cambias tu manera de pensar de “esto o lo otro” a un suave “esto y aquello”, entonces puedes trabajar con las energías y llevarlas a donde quieras. En lugar de detener al tigre, atas un arado a su cola. Tú lo diriges y entonces él ara todo el terreno que querías sembrar.
Yo mismo veo todo lo desagradable como una purificación y todo lo agradable como una bendición. Veo lo que perjudica a los seres, lo que causa sus problemas. Y con una motivación más allá de lo personal, intervengo y dejo que las cosas sucedan como quiero. Esto nos sucede a todos, tan pronto como nuestras expectativas y temores desaparecen. De repente, tienes mucha más fuerza que antes. Eres más efectivo y certero en lo que haces. Si estás seguro de que haces lo correcto, sin ego, entonces eres mucho más fuerte y persistente. Pero no debes enojarte en el proceso.
En muchas artes marciales, se dice que debes tener cuidado con la ira de un hombre paciente, porque él sabe lo que está haciendo. No ha desperdiciado su energía en cinco minutos de drama. Trabaja de manera enfocada en lo que quiere. Siempre asegúrate de que todo lo que hagas emerja de una conciencia simple y buena, de lo contrario pierdes credibilidad. Te quedas allí como un tonto y nadie puede tomarte en serio.
La forma de cambiar podría describirse así:
Al principio, por ejemplo, podrías ir a votar pensando: “¿Dónde obtendré la mayor cantidad de dinero?” o “¿Cómo puedo evitar límites de velocidad adicionales?” En el siguiente nivel, podrías pensar: “¿Qué beneficia a todos? ¿Qué les brinda más y más libertad y les permite a todos prosperar?” En el tercer nivel, sabes que lo que haces es correcto y simplemente haces lo que está delante de tu nariz. No hay más dudas. Estás más allá de lo personal; haces lo que es más útil.
Con una actitud budista, uno nunca se vuelve un “debilucho”. Sin embargo, ya interpretamos esto un poco de manera errónea. Los países budistas son generalmente fáciles de invadir y destruir. Cuando los atacan, no se defienden lo suficientemente bien. Esto aplica para los países gobernados en su mayoría por monjes. Cuando había más personas prácticas –laicos y yoguis– podían defenderse mejor.
Si uno piensa: “Todos tienen la naturaleza búdica; ellos son buenos y no necesitamos protegernos”, entonces el vecino –que podría haber sido solo un pequeño villano– se convierte en un gran villano, porque se le dio la oportunidad, ya que nadie le mostró sus límites para que aprendiera a comportarse bien.
¡Debemos ser fuertes y capaces de protegernos!