¿Es mejor entregarse por completo a una relación o establecer límites desde un inicio para conservar algo de autonomía para uno mismo?

Respuesta de Lama Ole:

En mi opinión, es mejor entregarse por completo. Pero si prefieres convivir con límites claramente establecidos –como en una relación entre padre e hijo o hermano y hermana– esto también puede funcionar bien, aunque uno no experimente la intimidad total de un vínculo romántico. Yo pienso que involucrarse por completo y saltar con ambas piernas es mucho más emocionante.

En los asuntos del amor, quien lo da todo, gana. El amor es como un pozo: cuanto más das, más recibes. Crecemos al dar. Naturalmente, la motivación también debe ser la correcta: haz buenos deseos para que el otro crezca y se desarrolle. No te vuelvas dependiente, sino que permanece firme para ser capaz de dar continuamente. 

La gente podría pensar que quien no aporta nada a la relación es el ganador y quien da todo lo pierde todo, pero esto no es cierto. Los que no contribuyen, tampoco aprenderán nada; mientras que los que dan, también ganarán y crecerán.

¿Cómo podemos ayudar a las personas que están tan atrapadas en su difícil situación que no pueden ayudarse a sí mismas?

Respuesta de Lama Ole:

En lugar de ver a las personas como pecadoras, primero construye un puente humano. Quizás eres el único que le dedica un poco de tiempo a esa persona. Por ejemplo, cuando vas al carnicero, primero eres amigable. No le das lecciones de moral, señalando cuántos animales tuvieron que morir. Eso solo lo arruinaría todo. Luego, después de un tiempo, cuando hayas establecido una buena conexión, es posible que seas el único con el que el carnicero pueda abrirse un poco. Tal vez él diga: “En realidad, tengo muchas pesadillas y a menudo tengo miedo”. Y tú podrías decirle: “Tal vez estés obteniendo un poco del miedo de los animales que matas”.

Sé breve, para que él no piense que estás tratando de educarlo. Y cuando haya digerido eso, puedes darle una sugerencia en algún momento, como: “Hay un nuevo puesto disponible en la oficina de correos, ¿no preferirías trabajar allí?” Ayudar a los demás no significa solo ser amable; también significa detenerlos cuando cometen errores. Pero incluso con las personas difíciles, uno no debe romper el vínculo. Quizás eres la primera persona que conocen que puede ayudarlos de alguna manera. Entonces realmente necesitas tener mucha paciencia y ayudar a las personas de manera constructiva una y otra vez.

La Promesa del Bodhisattva consiste en tener el deseo de ayudar a todos los seres. ¿Cómo puede uno hacer esto de una manera práctica?

Respuesta de Lama Ole:

En 1972, cuando Hannah y yo fuimos más o menos los primeros en comenzar, también pensaba que tenía que hacer todo por todos. Lo intenté y caí rápidamente de bruces, porque cuando el sombrero no queda, simplemente no queda. Entretanto, bajé de mi gran caballo de querer ayudar a todos; ahora me quedo con los que pueden entender lo que estoy diciendo. Afortunadamente, no somos las únicas personas que hacen cosas por los demás. Entre los socialistas, cristianos, hindúes y otras escuelas budistas, también hay personas que están ahí para aquellos que no se sienten atraídos por mi forma de trabajar o nuestros grupos. No necesitamos atender a los enfermos mentales ni los casos de asistencia social, porque hay personas que están capacitadas y se les paga para hacerlo. Y estamos contentos con su buen trabajo.

También contribuimos a esto mediante el pago de nuestros impuestos –por ejemplo, con 80 centavos por litro de combustible que bombeamos y con el 19% de impuesto en todo lo que compramos–. Es por eso que no necesitamos hacer nada más que permanecer fieles a lo nuestro. Hacemos lo correcto y lo que nosotros mismos hemos entendido. Hay otros sombreros para otras cabezas, por lo que no necesitamos diluir nuestras enseñanzas ni hacerlas más simples. Simplemente no es nuestra responsabilidad ofrecer algo que se ajuste a todo el mundo. En su lugar, queremos transmitir lo que tenemos de una manera clara y sensata. Así, todos los que tengan cabeza o corazón para ello pueden entrar en contacto con una transmisión pura y enseñanzas claras.

Nos ocupamos de las personas que de otra manera no encontrarían nada en ningún otro lugar: personas que son demasiado críticas e independientes, y que piensan con demasiada claridad como para sentirse como en casa bajo la guía de un dios o en un sistema jerárquico. Les ofrecemos a estas personas un campo donde pueden crecer y aprender.

¿Cómo podemos saber qué es lo mejor para todos los seres a largo plazo? Queremos actuar en beneficio de todos los seres, pero no estamos iluminados.

Respuesta de Lama Ole:

Puede ser un poco difícil descubrir qué trae la felicidad y qué nos aleja de la felicidad. Así que solo usaría la vieja dosis de sabiduría popular: trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Comenzaría con lo que es evidente, con lo que a la gente le gusta. Sé amable con ellos y evita dañarlos.

Existen tres niveles diferentes para beneficiar a los demás. En el primer nivel, podemos darles alimentos y vitaminas, pero quizás no una botella de schnapps (aguardiente) si aún tienen que conducir a casa. Hacemos lo que está delante de nuestra nariz; les damos las cosas materiales que les ayudarán en el corto plazo. Lo mejor que puedes hacer como buen budista es mirar hacia el futuro y ver los problemas a gran escala, como la sobrepoblación. Luego puedes buscar las causas de esos problemas y eliminarlos.

En Ruanda o Bosnia, por ejemplo, definitivamente hay demasiadas personas en muy poca tierra. Debido a que se tratan mal entre ellos, no tienen un nivel de educación decente, ni un nivel de vida decente. Y miras hacia el futuro y dices: “¡Condones en lugar de cañones para África!”

Luego hablas con tus amigos y tal vez uno de ellos conoce a un hombre en el Parlamento o en el Congreso, que quizás diga: “Necesitamos asegurarnos de que las personas de los países cálidos no nos invadan, haciéndonos pobres a todos. De esta forma, ya nadie podrá hacer nada en el largo plazo. En cambio, si ellos tienen menos hijos, podrán vivir mejor”. De esta manera, aumentarás gradualmente la conciencia acerca del problema. Pero yo no intervendría en cosas en las que no pudiera tener una influencia directa.

En el segundo nivel, uno puede satisfacer las necesidades de las personas de manera más duradera. Uno puede hacer que las personas sean independientes, por ejemplo, a través de la capacitación y la educación, y enseñándoles a manejar sus propias vidas. Pero aún esta ayuda solo sirve hasta la tumba. Los hombres ricos pueden ser llevados al cementerio en un coche fúnebre más largo o pueden dejar una deuda más grande, pero al final llegarán a su tumba.

En el tercer nivel, el mejor regalo que uno le puede dar a otros es ponerlos en contacto con las enseñanzas del Buda; hacer que tomen conciencia de su propia naturaleza búdica. Todo lo que hace que la gente sea independiente es bueno, y lo que los hace dependientes, lo que los limita y debilita, no es bueno. Cada vez que le das a la gente confianza en sí misma y en sus posibilidades, has hecho algo bueno. Esto es lo que hace el Buda. Él no dice: “¡Diez por ciento más para los trabajadores!”, sino que nos lleva a un nivel en el que hay menos codicia, avaricia y envidia.

Debemos esforzarnos por mostrarles a las personas la claridad del espacio atemporal de sus propias mentes: aquello que está entre los pensamientos, aquello que sabe lo que se piensa, se experimenta y se siente. Si podemos darles a las personas más espacio entre sus orejas o sus costillas –o donde sea que piensen que está su mente– entonces realmente les habremos ayudado. De esta forma, actuamos de manera muy práctica, paso a paso. Aprendemos a través de la práctica. Si uno siempre hace lo mejor por el bien de los demás, una y otra vez, rara vez comete errores.

¿Puede uno actuar siempre en beneficio de los demás o debería a veces pensar en uno mismo?

Respuesta de Lama Ole:

Si uno piensa así, hay un malentendido fundamental. En la medida en que trabajamos para otros, ellos también hacen algo por nosotros. Por supuesto, también debemos actuar con inteligencia. Uno no debería darles dinero a los vividores, ni darles a las personas difíciles la oportunidad de ser difíciles. Si alguien siempre está recostado en ti, no debes dejar que se aproveche, eso no ayuda a nadie. Lo mejor es un intercambio alegre con los demás, donde todos dan lo que tienen.

Cuanto más das a nivel humano, más obtienes. La mente es como un pozo. Si siempre sacas agua de él, entonces siempre está fresca. Pero si no sacas agua, en algún momento habrá cinco ranas muertas en el pozo y no podrás beber de ella.

Yo no pensaría tanto en mí mismo. Cuando pensamos en nosotros mismos tenemos problemas, pero cuando pensamos en otros, ¡tenemos cosas importantes para hacer! No invitaría a este “yo” en absoluto. Intentaría ver qué es lo más útil. A veces puede ser más útil hacer algo por uno mismo y otras veces hacer algo por los demás. Puedes hacer flexiones para fortalecerte y luego puedes ayudar a alguien subiendo el piano por las escaleras. Cuando actúas de esta manera, no involucrarás tantos conceptos. Si haces lo que está frente a tu nariz y siempre tienes la sensación de “nosotros”, entonces todo es grande.

De esta manera, también experimentarás que todos somos dependientes unos de otros; que todos estamos mutuamente condicionados. Si uno comienza con la actitud de hacer las cosas para uno mismo, es posible que tenga que cambiar de carril para comprender que se trata de un “nosotros”. Pero si uno no hace distinción entre “yo” y “nosotros”, sino que hace lo que hay que hacer –lo que es divertido y lo que fluye en cada momento– entonces todo es un regalo. Entonces aparecen campos de poder y conexiones; posibilidades se condensan del espacio y siempre estás en casa. Lo más importante es que uno esté siempre en su centro, descansar en uno mismo, confiar en uno mismo. Desde este centro, podemos actuar desde una posición de excedente y poder.

Si actuamos siempre de manera desinteresada, ¿no corremos el riesgo de ser ignorados o maltratados?

Respuesta de Lama Ole:

Algunas personas piensan que actuar de manera desinteresada significa minimizarte y apoyar a los demás a tus expensas. Desde un punto de vista cristiano, estamos acostumbrados a pensar en términos de “uno u otro”, viendo a una persona como pequeña y a la otra grande –pero eso es demasiado simple–. Si crees que puedes hacer el mejor trabajo en una situación dada, entonces actuar de manera desinteresada puede significar ofrecerte a ayudar. Esto significa que, en cada situación, uno apunta a lo que traerá el mayor nivel de beneficio para todos.

Lo más desinteresado que uno puede hacer es no tomarse en serio las emociones negativas de los demás. No pongas energía en esto; no les sigas el juego. Mira estos viajes como “conejos con cuernos” –como dicen los tibetanos– como algo que no existe. En su lugar, pon el mejor viaje por delante. Si te comprometes con el nivel más alto de verdad, cultivarás lo mejor que puede suceder en cualquier situación.

¿No debería ser nuestra prioridad en el Camino del Diamante ayudar a los demás? ¿No es egoísta de nuestra parte dedicar nuestro tiempo libre solamente a nuestra práctica?

Respuesta de Lama Ole:

Trato de no ser demasiado rígido aquí. Cuando la gente hace algo para sí misma, les digo: “Hazlo con la motivación de poder compartir con otros y beneficiarlos más tarde”.

Y cuando las personas hacen algo bueno por los demás, les digo: “¡Alégrate por la oportunidad que tienes de crear buen karma para ti mismo!” Muchas personas tienen la idea de que necesitan fortalecerse antes de ayudar a los demás. Otras personas quieren ayudar en cualquier circunstancia, sin fortalecerse primero, pero luego no pueden hacer mucho. Ambos extremos son bastante comunes.

Siempre aconsejo a las personas que vean el panorama general y se separen de los demás lo menos posible. Si piensas, “cuando haga algo bueno por mí, que otros también sean felices”, verás esto como un recurso para poder hacer más por los demás. Y cuando haces algo por los demás, puedes estar contento de que estás desarrollando buen karma y una comprensión profunda. Cortar a través de esta idea de un “yo” y un “tú” es una muy buena idea.

Todo es el arte de lo posible. En el budismo, existen tres formas diferentes de beneficiar a los seres. Puedes beneficiarlos como lo hace un rey: primero te haces fuerte y luego compartes con los demás. Puedes beneficiarlos como a un barquero, pensando: “alcancemos juntos la lejana orilla del río”. Y finalmente, puedes beneficiarlos como un pastor: primero ayudas a los demás y luego vas tú.

El cristianismo utiliza principalmente el sistema del pastor, pero allí siempre hay un rol de víctima involucrado, junto con la actitud de que la ayuda debe ser difícil y llena de sufrimiento. Eso viene de Jesús, quien lo demostró a través de su propio sufrimiento y sacrificio. En el budismo, la actitud es completamente diferente. Para nosotros, ayudar es el más alto gozo y algo completamente natural. Si las personas tienen un buen karma, se encuentran contigo en un día en que tus acciones son efectivas y exitosas, y si tienen un mal karma llegan un día en el que estás cometiendo errores. Y todo el tiempo tú simplemente haces lo mejor que puedes y miras lo que funciona. No hay mandamientos desde arriba. Las mentes en desarrollo no siempre tienen el mismo talento, pero son básicamente bondadosas. Uno hace lo que puede y las personas obtienen algo más o menos útil, según su karma. Cuanto más disfrutes ayudando a los demás, mejor.