¿Cómo deberíamos reaccionar cuando otras personas se comportan de manera imposible?

Respuesta de Lama Ole:

Lo primero es revisar si el problema es nuestro o no. Para nosotros, el gran juez se llama causa y efecto. Como budistas, no tenemos que intervenir en nombre de la moral o la justicia. Las personas hacen cosas negativas cuando se comportan como estúpidos, y ellas mismas sufrirán por lo que hacen.

Sin embargo, si uno se siente responsable de la situación y tiene una conexión con la persona que causa problemas, está bien hacer algo. Uno podría decir: “Oye, idiota, ¿ves lo que estás haciendo?” Pero no debería haber ira en ello. Si hay ira involucrada, la situación siempre se verá estúpida. Las personas se lo tomarán de manera personal y uno destruye las buenas conexiones.

Es bueno detener a alguien que está haciendo algo negativo, pero si hay emociones perturbadoras, es mejor tener cuidado y contenerse. En general, es mejor dar consejos que decirles a las personas a bocajarro lo que deben o no deben hacer, porque si continúan haciéndolo, la conexión se dañará y uno no podrá ayudarlos más.

Con el tiempo, aprendes a manejar situaciones como esta. Ya no eres moralista en lo absoluto y entiendes que todo se trata de la mayor felicidad humana posible. Que lo importante es beneficiar a los seres de la mejor manera posible y ver que todos sean tan buenos como puedan ser.

Tú no juzgas, sino que intentas ver si un comportamiento se ajusta a una estructura determinada. Y allí, necesitas martillar algunos clavos doblados en una pieza de madera que no encaja muy bien. Así es la vida. Manejas las cosas de manera que traigan la menor cantidad de sufrimiento –y si es posible– de forma que todos aprendan de lo que sucede. Todo es el arte de lo posible, lo que significa fluir con la situación y estar abierto a todas las posibilidades.

Es como un gran juego de naipes, como un super bridge. Uno tiene la mitad de las cartas en la manga todo el tiempo. Uno ve qué juegan los demás, observa la situación y reacciona; pero el objetivo del juego es que ganen los otros. Ese es el juego especial de los lamas: los demás deben ganar. Y es mejor cuando piensan que lo resolvieron solos; de otra forma, podrían enojarse o ponerse orgullosos fácilmente.

Uno siempre debería ver lo mejor en los demás, pero si realmente causan problemas, ¿qué hacer?

Respuesta de Lama Ole:

Deberías pensar que son budas y que aún no lo saben. Y luego, los agarras y los regañas para que puedan llegar de la mejor manera al punto donde puedan reconocer su naturaleza búdica. Si las personas no tuvieran naturaleza búdica, no habría razón para trabajar con ellas. Dicho esto, incluso si un maestro tiene treinta geniecitos sentados en el aula, tendrá que ejercer en ocasiones algo de presión, y decir: “¡Quédate en tu silla! ¡Deja de morder el lápiz! ¡No le tires del cabello!”, y cosas así. Pero esto es significativo, porque ves que algo puede surgir de allí.

Por un lado, debes mantenerte atento al nivel relativo, porque de otro modo no sabrás lo que hay que hacer. Pero si no ves el nivel absoluto, el cual se encuentra por encima del nivel relativo, entonces cometerás errores.

Si alguien siempre causa problemas y creemos que deberíamos intervenir, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo?

Respuesta de Lama Ole:

En situaciones como esta, hay dos tipos de personas: aquellos que saben que tienen un problema y están listos para cambiar, y aquellos a quienes hay que convencer de que tienen un problema y que deben cambiar. Si una persona ya ha descubierto que tiene un carácter difícil y que las cosas no le están yendo muy bien, podemos trabajar con ella. Tenemos una responsabilidad con ella e intentamos mantenerla alejada de las situaciones difíciles.

Esto es lo que siempre digo cuando alguien viene a mí con un problema de relaciones de pareja, y dice: “Doy todo el tiempo, y a cambio recibo muy poco”. Usualmente, son mujeres. Lo que les digo es: “Mira, es fantástico tener la capacidad de dar, pero ¿sabe él lo que está recibiendo y desea dar algo también?” Si es así, no importa cuán cerrado sea el hombre, cuando haya recibido cosas buenas por el tiempo suficiente, también dará algo, porque está lleno de buenas impresiones. Entonces, si trabajamos con personas que están abiertas, es fácil.

Pero si trabajas con personas que perturban a los demás y no lo admiten, entonces detenlos para que vean que el mundo no está de acuerdo con su viaje personal. Si en ese momento se vuelven razonables y quieren aprender algo, podrás ayudarlos. Pero si no quieren entender nada y el ego sigue apareciendo una y otra vez, y se vuelve perturbador, apártalos por un tiempo. Trabaja alrededor de ellos o pasa de largo y protege a los demás de ellos; hasta que, en algún momento, descubran que las cosas eran mejor antes, que tal vez el ego no valga la pena. Entonces, estarán listos para aprender.

Mientras no estés enojado, el método que elijas será adecuado. Si tu actitud es buena, lo que suceda será el karma de los demás. Entonces, tendrán buen karma si se encuentran contigo en uno de sus días razonables, y mal karma si se encuentran contigo en un día difícil. Quien siempre hace lo mejor que puede, no tendrá dificultades.

¿Deberíamos intervenir si presenciamos una pelea?

Respuesta de Lama Ole:

Eso depende de cuántas personas haya involucradas, cuán seria sea la pelea, y qué es lo que uno puede hacer.  No obstante, bajo ninguna circunstancia deberíamos juzgar quiénes son los buenos y quiénes son los malos en una pelea, incluso si un par de bestias salen corriendo con el bolso de una anciana. Por supuesto, deberías tratar de detenerlos y devolverle el bolso a la señora. Pero no puedes juzgar porque, sin duda, la anciana les hizo a ellos algo antes. Todo es causa y efecto.

Lo que puedes hacer es intentar apaciguar la situación y usar tus habilidades donde sea posible. Observa la situación ¿Son un par de borrachos dándose golpes? ¿Tienen más o menos el mismo tamaño y fuerza, y ninguno tiene un cuchillo? En ese caso, no tienes que arrojarte a separarlos necesariamente.

Sin embargo, si uno de ellos está claramente en desventaja y el otro tiene un porte bestial, o si hay armas involucradas, llama a la policía lo antes posible. Pagas impuestos para que esa ayuda llegue en casos como estos. Quien sea lo suficientemente fuerte, puede separar a las personas y empujarlas contra la pared unas cuantas veces hasta que se calmen.  Si no hay enojo, las personas se vuelven como cera en tus manos. Te sorprenderás. Incluso los hombres más bestiales se rendirán si actúas sin ira. Saben que se trata de un poder superior y desaparecen. Y así, no solo ayudas a la persona más débil cuando intervienes; el fuerte no estará feliz si aplasta al débil.

Por cierto, si eres mujer, siempre puedes pararte cerca y gritar muy fuerte. Eso ayuda sorprendentemente bien.

¿Cómo podemos ayudar a un amigo que se ha metido en un gran problema? No es consciente de lo que está haciendo y rechaza todo buen consejo que le ofrecen los demás.

Respuesta de Lama Ole:

Hay formas directas e indirectas de trabajar con esto. Podemos decirles directamente: “Oye, ¿sabes lo que te estás haciendo a ti mismo?”, y nos mantenemos lo más firmes que podamos. Además de eso, hacemos deseos a los budas y decimos: “Por favor, antes de que consuma todo su capital, denle un buen golpe en la nariz, rápido y duro, para que se dé cuenta de que no es una buena idea y pueda salir de esa”. Tenemos buenas experiencias con Tara –el principio búdico femenino– en situaciones como estas. Ella puede ayudar de forma maternal. Mahakala podría ser un poco rudo aquí, pero también podemos recurrir a él.

Yo haría deseos para que esa persona se meta en dificultades rápidamente para que pueda detenerse pronto, en lugar de que se torturen durante un largo tiempo. Porque mientras más sigan así, más fuerza perderán y más se meterán en problemas. Si la gente quiere darse en la cabeza contra la pared, es importante que aquellos que suelen sostener una almohada enfrente, la quiten cada tanto y le digan, “¡Olé!” –porque, cuando duele, la gente puede comenzar a pensar–. Las personas deben confrontarse con sus acciones.

Mi hermano solía trabajar con personas en rehabilitación. Él era muy duro con ellos y provocaba su orgullo. Los trataba como basura, siempre les señalaba su situación y les decía: “Mira dónde estás ahora. Mira lo que te has hecho a ti mismo”. Y en muchos casos, lograba encontrar en ellos una pizca de orgullo y podía decirles: “Vamos, ahora muéstrame cómo puedes hacer las cosas diferente”. Los sacaba de la situación de esa manera. Las malas compañías son como la miel: se pegan a los dedos.

¿Cómo podemos ayudar sin dar la impresión de que nos creemos moralmente superiores?

Respuesta de Lama Ole:

No conviertas la compasión en una cosa. No vayas por ahí diciendo, “Aquí está mi compasión” o “Soy más humilde que tú”, como lo hacen algunos budistas de otras escuelas. Haz lo que está en frente de tu nariz y actúa de forma relajada. Actúen en el momento en que haya compasión. Si sueltas todo tan pronto como terminas la tarea, siempre tendrán las manos limpias. De esa manera, eres como el viento que simplemente sopla el polvo de la ventana; luego, cuando la ventana se cierra, el cuarto vuelve a calentarse.

Si le das demasiada importancia a la compasión, se vuelve pegajosa. Tú actúas y haces lo que puedes, porque los seres humanos son básicamente buenos. Luego, olvídate de esto y sigue adelante con alegría.

Hay una buena historia al respecto: dos monjes de una secta salvaje, a quienes no se les permitía relacionarse con las mujeres de ninguna manera, llegaron a un río donde había una mujer que también quería cruzarlo. Uno de los monjes la cargó y la llevó del otro lado, la dejó allí y siguió. El otro monje, tragó en seco cinco veces y quedó por completo confundido. Después de tres días, finalmente logró preguntar: “¿Cómo pudiste tocarla?”. Y el primer monje respondió: “Yo la dejé allí, pero tú todavía cargas con ella”.

Es mentalmente saludable actuar en el momento. Una acción verdaderamente correcta es como dibujar en el agua: antes no había nada, después no habrá nada ¡pero en el momento todo encaja! No hay nada pegajoso –ni expectativas, ni temores, ni ayer, ni mañana–. Este es el nivel del Camino del Diamante, el nivel del Mahamudra.

Suelo sentirme inseguro con respecto a actuar en ciertas situaciones o a mantenerme al margen, ¿puedes darme algún consejo?

Respuesta de Lama Ole:

Esto tiene que ver con el tipo de persona. Yo soy una persona de acción: me zambullo en todo. Me resulta natural tomar parte en todo lo que sucede alrededor mío, de una u otra forma. Si tiene que ver con el desarrollo, o con la dirección en la que avanza el linaje –cosas que van más allá de lo personal– actúo de inmediato. Esa mi responsabilidad. Karmapa me dio esa responsabilidad y yo actúo inmediatamente en ese tipo de situaciones. Pero si las personas quieren darse de cabeza contra la pared y necesitan darse cuenta por sí mismas de que eso no funciona, me mantengo al margen. En el nivel del desarrollo personal, solo intervengo cuando la gente quiere que lo haga. Si vienen a mí y dicen, “Lama, tengo un problema”, por supuesto, siempre doy señales; pero si no les interesa y quieren hacer otra cosa, no los presiono.

De esta forma, uno puede ver que no somos un culto, porque los cultos mantienen su gente a raya. Si no han estado allí por unas semanas, primero reciben una carta; unas semanas después, una llamada telefónica; y dos semanas más tarde, comienzan las visitas. Nosotros no hacemos eso en lo absoluto. La gente puede ir y venir cuando quiera. Está bien si se alejan un tiempo mientras atraviesan una situación difícil y luego regresan cuando sienten apertura nuevamente. Con nosotros, todo funciona en el nivel de la independencia. Por supuesto, somos amigos y nos ayudamos cuando sabemos que alguien está enfermo; pero cuando alguien necesita un poco de tiempo sin budismo, no corremos tras ellos.

Tenemos que desarrollar un instinto que nos permita reconocer las situaciones en las que nos queremos involucrar. Sentimos que una comedia o una tragedia está empezando a tomar forma –algo útil o algo dañino– y luego, asumimos dos roles en la comedia y dejamos que la tragedia siga de largo. Dependiendo de nuestra función y de nuestra actitud interna, notaremos si tenemos que tomar medidas drásticas para proteger a los seres, o no. Si sucede algo realmente perturbador, es bueno intervenir –por ejemplo, si un tipo grande está golpeando a una anciana–. Uno puede interferir si no hay duda de que lo que uno está deteniendo está mal y traerá resultados negativos duraderos. Sin embargo, al mismo tiempo uno debería tratar de no juzgar la situación, porque la anciana pudo haber dejado morir al tipo de hambre en su vida anterior, o podría haberle hecho otra cosa.

Si la situación es más duradera –acoso en el trabajo o dificultades entre las personas– intenta ver si estás involucrado o si tienes ideas fijas de apego o aversión al respecto. Si las tienes, mantén algo de distancia, porque de otro modo cometerás errores. Pero si no estás involucrado, haz lo que pueda ayudar a las personas a aprender más en el largo plazo. De esta forma, eres un espejo para los demás y diriges su atención hacia sus propias posibilidades y cualidades. Si alguien en la oficina se comporta de manera imposible, puedes confrontarlo y decirle: “No intentes eso conmigo”. Todos lo verán: esa persona habrá recibido un golpe y podrás contrarrestarlo mejor en el futuro. O puedes intentar usar su poder y hacer una broma sobre su comportamiento.

Todos tenemos muchas cualidades y habilidades distintas. Algunas personas son más bien pacificadoras: siempre sienten la necesidad de apaciguar todo y generar una atmósfera jovial. Otras piensan: “Todos están sentados allí sin hacer nada”. Estas personas traen las cualidades incrementadora y enriquecedora. Con estos primeros dos tipos de actividad, es muy difícil cometer errores. Cuando uno apacigua, solo hay que asegurarse de que la gente no se quede dormida. Si les muestras lo que es posible, trata de no darles demasiado en muy poco tiempo.

Si la gente ya ha logrado algo y están allí sentados, con excedente y sintiéndose bien, aparece la tercera actividad: la fascinadora o inspiradora. Aquí, la gente se enamora y se siente entusiasmada; experimentan algo maravilloso y hacen que quienes están alrededor se sientan ricos. Al trabajar con la inspiración, el maestro debe tener cuidado ya que corre un riesgo muy alto de volverse orgulloso. Cuanto más trabaje con la inspiración y la apertura directa, más debe asegurarse de que todavía pueda actuar como el resto; de que no está entrado en ningún juego y de que es alguien completamente normal cuando baja del trono o termina su trabajo. Debe chequear que los demás puedan verdaderamente contar con él.

Si podemos inspirar y despertar a las personas sin crear dependencia, podemos pararnos allí con un espejo y decirles: “En realidad, solo ves tu propio rostro. En realidad, solo ves algo hermoso en mí porque lo tienes en ti”. Si uno como maestro da un paso al costado de esa manera y les muestra a las personas sus propias habilidades, entonces puede trabajar con la actividad inspiradora.

La cuarta actividad es cuando tomamos medidas drásticas y protegemos de manera poderosa, cuando simplemente sabemos que algo no debe continuar. Esta es la función más difícil, pero a menudo la más importante: ponerle un freno a las cosas que van mal. Aquellos que tienen este instinto protector, deben tener cuidado de no estar enojados al seguirlo.

A veces ayudamos a otros, pero cuando necesitamos ayuda, no recibimos nada. ¿Qué deberíamos pensar al respecto?

Respuesta de Lama Ole:

Es una cuestión de estilo. Simplemente, debes decidir si estás en el jardín de infantes o entre adultos. Si las personas actúan de manera tan infantil, son emocionalmente inmaduras y no deberían ser tomadas en serio. O quizás solo crees que ayudaste, como las personas que creen que están ayudando a su lama haciendo todo lo contrario de lo que él les dijo, porque creen que son más listos que él. Tal vez la gente no sienta gratitud porque actuaste basado en tus propias ideas y no en la situación de ellos. Con frecuencia hay demasiado ego involucrado a la hora de ayudar. Uno viene con una caja llena de ideas y eso complica mucho las cosas.

En mi experiencia, las personas a las que ayudas sin intenciones ocultas estarán agradecidas y desarrollarán buenas cualidades. Al comienzo, querrán ver si estás intentando volverlas dependientes de ti. Pero si brillas para ellas como el sol, una y otra vez; si eres amable sin importar lo que hagan, al final, te devolverán algo. También es muy difícil ayudar con dinero. Yo personalmente no presto dinero, más bien doy dinero si la gente lo necesita. Pero nunca los metería en una relación de dependencia.

Algunas personas siempre quieren ayudar, pero no son realmente de ayuda. ¿Puedes decir algo al respecto de esta especie de síndrome del ayudante?

Respuesta de Lama Ole:

Si la gente quiere ayudar sin haberse ayudado primero a sí misma, por lo general es alejada. A nadie le gustan estos ofrecimientos de ayuda que son pegajosos y demasiado personales. Muchas personas tienen un buen sentido para identificar lo que no es sano –cuando los ayudantes no quieren encargarse de sus propios problemas, y en vez de esto se meten en los de los demás–. Otras personas tal vez no hagan demasiado, pero están allí con firmeza, y todos quieren compartir sus vibraciones. Estas personas son más útiles de lo que uno podría pensar.

También hay un motivo por el cual la gente se ríe de las numerosas organizaciones de ayuda e instituciones religiosas, aunque sean útiles. Los borrachos van a ellas mientras tengan hambre y reciban un tazón de sopa y un sermón. Pero, apenas están un poco mejor, se van un poco más lejos a conseguir la sopa sin el sermón. Realmente podemos darnos una idea de qué es sano y qué no lo es. Incluso los perros sienten por qué los están acariciando –si se trata de alguien a quien de verdad le agradan o si solo quieren evitar ser mordidos.

¿Cuándo está bien decirle a alguien que ya no quieres ayudarlo?

Respuesta de Lama Ole:

Cuando pienses que ya no están trabajando con su situación ni progresando. Mientras que sientas que realmente están comprometidos y haciendo lo que pueden, está bien ayudar. Pero apenas se conviertan en víctimas y solo esperen algo, déjalos solos, porque en ese caso no están avanzando.

Esto puede sonar duro y no es el estilo de los años sesenta –donde tomó forma nuestro humanismo– pero uno tiene que pensar realmente en el bienestar de la persona. Las instituciones sociales y psiquiátricas de Europa Occidental ahora son muy buenas. Muchos de mis estudiantes trabajan en esa clase de lugares, y estoy seguro de que hacen un muy buen trabajo, al igual que otras personas. No tienes por qué tener remordimientos cuando dejas a alguien en manos de profesionales.

Tampoco deberíamos ser demasiado suaves con las personas que quieren suicidarse. Si el candidato comienza a ponerse evasivo, si ya no quiere explicar ni demostrar nada y dice todo dulcemente con una sonrisita delgada, a partir de ese momento ya no puedes salvarlo. Apenas se haya enamorado de la idea del suicidio, no hay nada que puedas hacer. Pero mientras exista algo de resistencia, mientras haya una lucha interna, podrás sacudirlo y decirle: “Sin duda renacerás en una zona de guerra en África”. Si la persona es un poco inteligente y sabe lo que sucede en el mundo, puedes decirle: “Piensa en los hutus y en los tutsis, y en lo que sucede entre ellos”. Si ha visto lo que sucede allí por televisión, es posible que puedas sacudirlo y hacer que se olvide de su viaje.

Si solo somos amables todo el tiempo, se enamorarán aún más de la idea del suicidio, ya que todos se la están tomando tan en serio. Entonces, cometerán suicidio a causa de los demás y no de ellos mismos. Al final, habrán hablado tanto sobre el tema, que tendrán que hacerlo.

¿Cuánto podemos dar sin hacer que el otro se vuelva dependiente de nuestra ayuda?

Respuesta de Lama Ole:

La psicología moderna tiene muchas ideas al respecto, pero para mí es mucho más simple: ayudas en tanto sea práctico y en tanto el otro no se vuelva oportunista. Ayuda mientras haya un intercambio natural. Si el otro se vuelve dependiente o no logra nada por su cuenta, puedes alegremente dejar pasar un encuentro y decirle: “Te he dado mi idea, si no te gusta, ve a otra parte”.

Por ejemplo, si yo solo diera buenas charlas cuando viene gente rica que podría donar algo, y charlas malas cuando vienen a escuchar solo unos cuantos viejos hippies, no sería ni un buen maestro ni un hombre honesto. Tengo que dar todo lo que pueda en todas las situaciones. Entonces, si algo no se entiende de la manera correcta, es el karma de las personas.

No creo que sea una buena idea medir el amor, más bien yo lo daría todo. En el amor, hay que ir a fondo y abrazar al que se acerque –y si alguien mantiene la distancia, también está bien–. Pero avanza con toda la fuerza que tengas y da lo que puedas. Esa es mi fórmula. Si la gente puede recibirlo todo, entonces reciben el cien por ciento; y si solo tienen el karma para un cinco por ciento, eso no significa que nosotros les damos menos.

¿Qué deberíamos hacer con amigos que constantemente se meten en situaciones difíciles, pero no están abiertos a recibir ayuda?

Respuesta de Lama Ole:

Si alguien realmente necesita golpearse la cabeza contra la pared, no tienes que estar siempre allí sosteniendo una almohada. En cambio, actúa como un torero, que grita “Olé” y deja que el toro se dé contra la pared. Antes de que los malos hábitos echen raíces muy profundas, la gente debería sentir rápidamente que las consecuencias duelen de verdad –que duelen tanto que el ego ya no puede seguirnos dorando la píldora–. Tal vez de esta manera se les ocurra cambiar algo.

Por supuesto, hay algunas cosas que no deben suceder. Por ejemplo, uno debe hacer todo lo posible por asegurarse de que alguien no se contagie de SIDA, ni lo pase a otros. No debemos permitir que nadie dañe con gravedad la salud de otros ¡pero está perfectamente bien si alguien acaba con la nariz sangrando a nivel personal! A menudo, tiene que doler mucho antes de que el ego esté dispuesto a ceder territorio.

Las enseñanzas del Buda son algo muy, muy precioso. Uno no debería correr tras las personas con ellas. Uno les hace saber que tiene las enseñanzas y ellos pueden correr por todos lados, hasta que descubran que las necesitan. Luego, podemos compartir con ellos lo que tenemos, pero nadie puede esperar que corramos tras ellos.

¿Cómo podemos ayudar a las personas que se quejan todo el tiempo, que están siempre insatisfechas, pero no quieren realmente hacer algo con sus problemas?

Respuesta de Lama Ole:

Hazles saber que no te interesa ese tipo de comportamiento ¡No les respondas! Cuando le haces ver a la gente su riqueza, se vuelven ricos. Si ellos se fijan en sus debilidades y errores, se vuelven pobres. Básicamente, la más alta verdad es el más alto gozo.

También es bueno mostrarle a la gente lo que sucede en el mundo, para que pongan sus problemas en perspectiva. Eso también los ayuda mucho.

¿Cómo podemos ayudar a alguien que siempre está deprimido?

Respuesta de Lama Ole:

Primero, muéstrale que su viaje mental no es interesante. Muéstrale que lo soportas porque son amigos, pero que no gana nada con eso, ni se vuelve más interesante. Luego, tal vez puedas hacerle cosquillas mentalmente –si no puedes hacerlo de otra manera–. Tan solo sé tercamente amistoso y responde únicamente a las cosas positivas. Yo hago eso. Sé que a veces los exaspero cuando lo hago. Vienen a mí pensando que tienen un gran problema, pero en realidad el punto es reconocer el espejo detrás de todos los reflejos que aparecen en él.

Mientras que ustedes solo ven las numerosas imágenes en el espejo y el agua sucia que sale de él, yo veo que cada vez más partes del espejo como tal comienzan a brillar. Eso es lo que me interesa. Los velos e impedimentos pasan y cambian todo el tiempo ¿Quién se los toma en serio al fin y al cabo? Eso no es importante.

Lo importante es la naturaleza búdica detrás de los velos. Eso es lo verdadero. Eso se vuelve más fuerte y es lo que verán y experimentarán cada vez más. No me burlo de ustedes ni soy superficial cuando les digo, “¡Te ves bien!” De hecho, se ven mejor cuanto más tiempo llevan en el dharma, realmente aprenden algo y se desarrollan.

¿Qué consejo podemos darles a los amigos no budistas cuando nos damos cuenta de que están demasiado aferrados a sus emociones perturbadoras?

Respuesta de Lama Ole:

En situaciones como esta, podemos recordar un dicho de antaño: “Lloraba por no tener zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía pies”. Puedes recordarles que muchísima gente la pasa mucho peor que ellos. Es posible que luego no les agrades; puedes deshacerte de algunas personas difíciles de esta manera. Pero cuando las cosas les empiecen a ir mejor, volverán a ti y otra vez les agradarás. Incluso, tal vez valoren tu honestidad en ese momento.