Respuesta de Lama Ole:
El propósito de un centro es proporcionar un lugar donde las personas puedan desarrollarse. El budismo tiene un solo producto, y éste es: seres humanos adultos e independientes. Otras religiones construyen templos para sus dioses, pero nosotros no hacemos nuestros centros para el Buda. Los hacemos para nosotros mismos, para que haya lugares donde podamos crecer y aprender. Por esta razón, la libertad, la apertura y la mayor confianza posible entre las personas son esenciales. Solo así, puede crecer todo. Es muy importante confiar en la gente. Si los tratas como niños, seguirán siendo niños para siempre. Pero si confías en ellos y les das responsabilidades, crecerán.
Nuestra experiencia ha demostrado que es importante meditar juntos en el centro durante media hora o una hora varias veces a la semana. En el espacio y el excedente que surge de esta práctica, las personas crecen juntas, se complementan y se convierten en una totalidad. Todo lo demás se desarrollará por sí mismo. Uno debe disfrutar haciendo lo que le gusta en compañía de los demás en el centro, pero también debe haber espacio suficiente para que todos puedan encontrar su propio ritmo en la vida. Por supuesto, las personas que viven en el centro deberían estar interesadas en contribuir al trabajo común.
Cuando llegan nuevas personas uno debe asegurarse de que se sientan cómodos. Hubo un tiempo en Dinamarca, hace unos diez años, en que la gente en los centros estaba tan ocupada trabajando que la gente nueva solo podía ver a sus anchas espaldas. No tenían excedente ni tiempo, y no debería ser así. Debemos dar a las personas nuevas la sensación de que son bienvenidas, que sus preguntas serán respondidas y que pueden venir con la frecuencia que deseen, sin ninguna obligación. Podemos darles información general y libros, pero no debemos hablarles demasiado o tratar de persuadirlos de todo desde el primer día. Hacemos una oferta honesta y amigable, y luego la gente puede decidir por su cuenta.
Básicamente, uno debería dejar a la gente ser libre y darles espacio y confianza. Eso es muy importante. A menudo el paso más difícil que una persona da es atravesar la entrada de un centro budista. Al hacer esto, las personas se abren a influencias y posibilidades completamente nuevas. Están desprotegidos y tienen que depender de personas que apenas conocen porque aún no son expertos en trabajar con sus mentes. Es por eso que tenemos una gran responsabilidad con estos recién llegados.