¿Podrías decir algo sobre aquellos propensos al deseo, la ira y la confusión?

Respuesta de Lama Ole:

La mayoría de las personas tienen un poco de todo: orgullo, celos, deseo, confusión e ira. Algunos ven algo y notan muchas cosas que les gustan, y tal vez algo que no les gusta. Estos son en su mayoría propensos al deseo. Otros ven de inmediato muchas cosas que no les gustan, y tal vez una cosa que les gusta. Así que son en su mayoría propensos a la ira. Y otras personas no tienen claro qué les gusta y qué no les gusta. Estos son los propensos a la confusión.

Algunos, por ejemplo, son propensos en un comienzo al deseo, porque tienen una necesidad física de amor. Luego, cuando el cuerpo está contento, la vieja ira puede aparecer y comenzar a encontrar muchas fallas en la pareja. De hecho, vemos esto a menudo: una hermosa luna de miel y después la gente se grita.

Yo mismo soy puramente propenso al deseo. Mi mente funciona de forma tal, que entiendo los errores de los demás como programas erróneos que se están descartando. Me olvido de casi todos los errores. Y cuando nos encontramos la siguiente vez, los saludo con alegría porque he olvidado los problemas del pasado. Pero si alguien ha hecho algo bueno, lo recuerdo muy bien, y me gusta preguntar sobre las experiencias.

Hay propensos a la ira que critican todo. Sin embargo, como saben exactamente lo que no les gusta, se aferran a esto menos de lo que lo harían otros. Así es como progresan rápidamente. Conozco a una mujer así que tuvo un progreso asombroso con su meditación. Los propensos a la ira tienen que aprender de situaciones en las que siempre se enojan o piensan que deben protegerse. Necesitan un marco protegido donde no sean atacados, y así puedan abandonar su actitud defensiva. Necesitan espacio a su alrededor para ver cómo son realmente las cosas y cuán hermoso es el mundo en su verdadera naturaleza. Entonces, descubren su riqueza y pueden dejar que toda su fuerza, amor y excedente jueguen libremente. La mayoría terminan con los nyingmapas; sus enseñanzas están dirigidas hacia eso.

A los propensos al deseo les gusta todo. En lugar de avanzar de una manera enfocada y lineal, se arrojan completamente hacia las cosas y progresan de esta manera. Tienen que aprender a reconocer la diferencia entre las cosas impermanentes y permanentes. La mayoría terminan siendo kagyus.

Los propensos a la confusión a menudo tiene que tomar el camino del pensamiento. Progresan paso a paso a través de una comprensión cada vez mejor y más clara, nivel por nivel. La mayoría terminan con los gelugpas.

Las diferentes escuelas funcionan más o menos de la siguiente manera. Para los nyingmapas, la visión desde arriba es lo más importante: al volar a través de un lago –por ejemplo, para obtener una visión general de éste– uno obtiene una comprensión del lago. Con los kagyupas, la experiencia directa es lo más importante: uno salta al lago y nada, sintiendo el agua en el cuerpo. Para los kagyupas todo está muy unido, como en una familia. Y para los gelugpas, el análisis y la comprensión son esenciales: el enfoque es llevar una muestra del agua del lago al laboratorio para ver qué hay dentro.

No podemos decir que un enfoque es bueno y otro malo. Una escuela es buena para algunos y otra escuela es buena para otros. Si uno sigue el camino correcto, alcanzará la meta. Y cuando uno se ha convertido en un buda, entonces desaparece la diferencia en cuanto a cuál camino uno tomó. Es solo una cuestión de cómo subir; cuando uno ha llegado, ya no hay diferencia.