Respuesta de Lama Ole:
Te puedo contar una experiencia que tuve, que tal vez ayude a dar una respuesta. Fue en 1976 en el Ararat en Turquía, cerca de la frontera con Irán. Íbamos conduciendo un autobús con cincuenta o sesenta amigos a través del Medio Oriente, después por Afganistán, Paquistán e India, cuando tuvimos que detenernos repentinamente, porque había un hombre muerto tendido en el camino.
Fui hacia él para ayudarlo ¡y fue una experiencia completamente desnuda, pura y radiante! Sucedió en varios niveles de conciencia simultáneamente. Por un lado, estaba el cielo azul brillante y una impresionante montaña con un fondo totalmente cubierto de nieve; y al mismo tiempo estaba este hombre muerto, tendido ahí, con personas alrededor de pie, todos ellos desnutridos, con barba de varios días y completamente conmocionados. El hombre tendido allí, con los ojos abiertos, su boca llena de sangre, y justo a su lado había un pedazo de hueso de su cadera que se había desprendido.
Todo estaba ahí al mismo tiempo: compasión por el hombre, quien seguramente tenía quince hijos que ahora tendrían que trabajar en las minas de sal; compasión por su esposa y las personas que solo estaban allí, incapaces de entender o hacer algo; la fantástica montaña; la sangre brillante en su hueso y su boca. De alguna manera fue puro, simplemente porque sucedió. Era algo completamente mas allá de gustos o desagrados. Fue la experiencia de ver lo que estaba pasando de manera directa y desnuda.
Y cuando esas experiencias llegan, uno piensa: “¿A dónde se ha ido mi compasión?” y “¡Deberías haber hecho algo!” Pero, de hecho, a pesar de aquellos pensamientos, uno ha reaccionado cinco veces mejor y mas auténticamente que si se hubiera acercado a la situación con todo tipo de sentimentalismo e ideas rígidas acerca de la compasión. Al ser capaz de ver la situación en ese momento en un nivel puro, pude reaccionar bien. De esa manera damos lo mejor, mucho mejor que actuar con ideas rígidas.