¿Cómo podemos ayudar sin dar la impresión de que nos creemos moralmente superiores?

Respuesta de Lama Ole:

No conviertas la compasión en una cosa. No vayas por ahí diciendo, “Aquí está mi compasión” o “Soy más humilde que tú”, como lo hacen algunos budistas de otras escuelas. Haz lo que está en frente de tu nariz y actúa de forma relajada. Actúen en el momento en que haya compasión. Si sueltas todo tan pronto como terminas la tarea, siempre tendrán las manos limpias. De esa manera, eres como el viento que simplemente sopla el polvo de la ventana; luego, cuando la ventana se cierra, el cuarto vuelve a calentarse.

Si le das demasiada importancia a la compasión, se vuelve pegajosa. Tú actúas y haces lo que puedes, porque los seres humanos son básicamente buenos. Luego, olvídate de esto y sigue adelante con alegría.

Hay una buena historia al respecto: dos monjes de una secta salvaje, a quienes no se les permitía relacionarse con las mujeres de ninguna manera, llegaron a un río donde había una mujer que también quería cruzarlo. Uno de los monjes la cargó y la llevó del otro lado, la dejó allí y siguió. El otro monje, tragó en seco cinco veces y quedó por completo confundido. Después de tres días, finalmente logró preguntar: “¿Cómo pudiste tocarla?”. Y el primer monje respondió: “Yo la dejé allí, pero tú todavía cargas con ella”.

Es mentalmente saludable actuar en el momento. Una acción verdaderamente correcta es como dibujar en el agua: antes no había nada, después no habrá nada ¡pero en el momento todo encaja! No hay nada pegajoso –ni expectativas, ni temores, ni ayer, ni mañana–. Este es el nivel del Camino del Diamante, el nivel del Mahamudra.

Suelo sentirme inseguro con respecto a actuar en ciertas situaciones o a mantenerme al margen, ¿puedes darme algún consejo?

Respuesta de Lama Ole:

Esto tiene que ver con el tipo de persona. Yo soy una persona de acción: me zambullo en todo. Me resulta natural tomar parte en todo lo que sucede alrededor mío, de una u otra forma. Si tiene que ver con el desarrollo, o con la dirección en la que avanza el linaje –cosas que van más allá de lo personal– actúo de inmediato. Esa mi responsabilidad. Karmapa me dio esa responsabilidad y yo actúo inmediatamente en ese tipo de situaciones. Pero si las personas quieren darse de cabeza contra la pared y necesitan darse cuenta por sí mismas de que eso no funciona, me mantengo al margen. En el nivel del desarrollo personal, solo intervengo cuando la gente quiere que lo haga. Si vienen a mí y dicen, “Lama, tengo un problema”, por supuesto, siempre doy señales; pero si no les interesa y quieren hacer otra cosa, no los presiono.

De esta forma, uno puede ver que no somos un culto, porque los cultos mantienen su gente a raya. Si no han estado allí por unas semanas, primero reciben una carta; unas semanas después, una llamada telefónica; y dos semanas más tarde, comienzan las visitas. Nosotros no hacemos eso en lo absoluto. La gente puede ir y venir cuando quiera. Está bien si se alejan un tiempo mientras atraviesan una situación difícil y luego regresan cuando sienten apertura nuevamente. Con nosotros, todo funciona en el nivel de la independencia. Por supuesto, somos amigos y nos ayudamos cuando sabemos que alguien está enfermo; pero cuando alguien necesita un poco de tiempo sin budismo, no corremos tras ellos.

Tenemos que desarrollar un instinto que nos permita reconocer las situaciones en las que nos queremos involucrar. Sentimos que una comedia o una tragedia está empezando a tomar forma –algo útil o algo dañino– y luego, asumimos dos roles en la comedia y dejamos que la tragedia siga de largo. Dependiendo de nuestra función y de nuestra actitud interna, notaremos si tenemos que tomar medidas drásticas para proteger a los seres, o no. Si sucede algo realmente perturbador, es bueno intervenir –por ejemplo, si un tipo grande está golpeando a una anciana–. Uno puede interferir si no hay duda de que lo que uno está deteniendo está mal y traerá resultados negativos duraderos. Sin embargo, al mismo tiempo uno debería tratar de no juzgar la situación, porque la anciana pudo haber dejado morir al tipo de hambre en su vida anterior, o podría haberle hecho otra cosa.

Si la situación es más duradera –acoso en el trabajo o dificultades entre las personas– intenta ver si estás involucrado o si tienes ideas fijas de apego o aversión al respecto. Si las tienes, mantén algo de distancia, porque de otro modo cometerás errores. Pero si no estás involucrado, haz lo que pueda ayudar a las personas a aprender más en el largo plazo. De esta forma, eres un espejo para los demás y diriges su atención hacia sus propias posibilidades y cualidades. Si alguien en la oficina se comporta de manera imposible, puedes confrontarlo y decirle: “No intentes eso conmigo”. Todos lo verán: esa persona habrá recibido un golpe y podrás contrarrestarlo mejor en el futuro. O puedes intentar usar su poder y hacer una broma sobre su comportamiento.

Todos tenemos muchas cualidades y habilidades distintas. Algunas personas son más bien pacificadoras: siempre sienten la necesidad de apaciguar todo y generar una atmósfera jovial. Otras piensan: “Todos están sentados allí sin hacer nada”. Estas personas traen las cualidades incrementadora y enriquecedora. Con estos primeros dos tipos de actividad, es muy difícil cometer errores. Cuando uno apacigua, solo hay que asegurarse de que la gente no se quede dormida. Si les muestras lo que es posible, trata de no darles demasiado en muy poco tiempo.

Si la gente ya ha logrado algo y están allí sentados, con excedente y sintiéndose bien, aparece la tercera actividad: la fascinadora o inspiradora. Aquí, la gente se enamora y se siente entusiasmada; experimentan algo maravilloso y hacen que quienes están alrededor se sientan ricos. Al trabajar con la inspiración, el maestro debe tener cuidado ya que corre un riesgo muy alto de volverse orgulloso. Cuanto más trabaje con la inspiración y la apertura directa, más debe asegurarse de que todavía pueda actuar como el resto; de que no está entrado en ningún juego y de que es alguien completamente normal cuando baja del trono o termina su trabajo. Debe chequear que los demás puedan verdaderamente contar con él.

Si podemos inspirar y despertar a las personas sin crear dependencia, podemos pararnos allí con un espejo y decirles: “En realidad, solo ves tu propio rostro. En realidad, solo ves algo hermoso en mí porque lo tienes en ti”. Si uno como maestro da un paso al costado de esa manera y les muestra a las personas sus propias habilidades, entonces puede trabajar con la actividad inspiradora.

La cuarta actividad es cuando tomamos medidas drásticas y protegemos de manera poderosa, cuando simplemente sabemos que algo no debe continuar. Esta es la función más difícil, pero a menudo la más importante: ponerle un freno a las cosas que van mal. Aquellos que tienen este instinto protector, deben tener cuidado de no estar enojados al seguirlo.

A veces ayudamos a otros, pero cuando necesitamos ayuda, no recibimos nada. ¿Qué deberíamos pensar al respecto?

Respuesta de Lama Ole:

Es una cuestión de estilo. Simplemente, debes decidir si estás en el jardín de infantes o entre adultos. Si las personas actúan de manera tan infantil, son emocionalmente inmaduras y no deberían ser tomadas en serio. O quizás solo crees que ayudaste, como las personas que creen que están ayudando a su lama haciendo todo lo contrario de lo que él les dijo, porque creen que son más listos que él. Tal vez la gente no sienta gratitud porque actuaste basado en tus propias ideas y no en la situación de ellos. Con frecuencia hay demasiado ego involucrado a la hora de ayudar. Uno viene con una caja llena de ideas y eso complica mucho las cosas.

En mi experiencia, las personas a las que ayudas sin intenciones ocultas estarán agradecidas y desarrollarán buenas cualidades. Al comienzo, querrán ver si estás intentando volverlas dependientes de ti. Pero si brillas para ellas como el sol, una y otra vez; si eres amable sin importar lo que hagan, al final, te devolverán algo. También es muy difícil ayudar con dinero. Yo personalmente no presto dinero, más bien doy dinero si la gente lo necesita. Pero nunca los metería en una relación de dependencia.

Algunas personas siempre quieren ayudar, pero no son realmente de ayuda. ¿Puedes decir algo al respecto de esta especie de síndrome del ayudante?

Respuesta de Lama Ole:

Si la gente quiere ayudar sin haberse ayudado primero a sí misma, por lo general es alejada. A nadie le gustan estos ofrecimientos de ayuda que son pegajosos y demasiado personales. Muchas personas tienen un buen sentido para identificar lo que no es sano –cuando los ayudantes no quieren encargarse de sus propios problemas, y en vez de esto se meten en los de los demás–. Otras personas tal vez no hagan demasiado, pero están allí con firmeza, y todos quieren compartir sus vibraciones. Estas personas son más útiles de lo que uno podría pensar.

También hay un motivo por el cual la gente se ríe de las numerosas organizaciones de ayuda e instituciones religiosas, aunque sean útiles. Los borrachos van a ellas mientras tengan hambre y reciban un tazón de sopa y un sermón. Pero, apenas están un poco mejor, se van un poco más lejos a conseguir la sopa sin el sermón. Realmente podemos darnos una idea de qué es sano y qué no lo es. Incluso los perros sienten por qué los están acariciando –si se trata de alguien a quien de verdad le agradan o si solo quieren evitar ser mordidos.

¿Cuándo está bien decirle a alguien que ya no quieres ayudarlo?

Respuesta de Lama Ole:

Cuando pienses que ya no están trabajando con su situación ni progresando. Mientras que sientas que realmente están comprometidos y haciendo lo que pueden, está bien ayudar. Pero apenas se conviertan en víctimas y solo esperen algo, déjalos solos, porque en ese caso no están avanzando.

Esto puede sonar duro y no es el estilo de los años sesenta –donde tomó forma nuestro humanismo– pero uno tiene que pensar realmente en el bienestar de la persona. Las instituciones sociales y psiquiátricas de Europa Occidental ahora son muy buenas. Muchos de mis estudiantes trabajan en esa clase de lugares, y estoy seguro de que hacen un muy buen trabajo, al igual que otras personas. No tienes por qué tener remordimientos cuando dejas a alguien en manos de profesionales.

Tampoco deberíamos ser demasiado suaves con las personas que quieren suicidarse. Si el candidato comienza a ponerse evasivo, si ya no quiere explicar ni demostrar nada y dice todo dulcemente con una sonrisita delgada, a partir de ese momento ya no puedes salvarlo. Apenas se haya enamorado de la idea del suicidio, no hay nada que puedas hacer. Pero mientras exista algo de resistencia, mientras haya una lucha interna, podrás sacudirlo y decirle: “Sin duda renacerás en una zona de guerra en África”. Si la persona es un poco inteligente y sabe lo que sucede en el mundo, puedes decirle: “Piensa en los hutus y en los tutsis, y en lo que sucede entre ellos”. Si ha visto lo que sucede allí por televisión, es posible que puedas sacudirlo y hacer que se olvide de su viaje.

Si solo somos amables todo el tiempo, se enamorarán aún más de la idea del suicidio, ya que todos se la están tomando tan en serio. Entonces, cometerán suicidio a causa de los demás y no de ellos mismos. Al final, habrán hablado tanto sobre el tema, que tendrán que hacerlo.

¿Cuánto podemos dar sin hacer que el otro se vuelva dependiente de nuestra ayuda?

Respuesta de Lama Ole:

La psicología moderna tiene muchas ideas al respecto, pero para mí es mucho más simple: ayudas en tanto sea práctico y en tanto el otro no se vuelva oportunista. Ayuda mientras haya un intercambio natural. Si el otro se vuelve dependiente o no logra nada por su cuenta, puedes alegremente dejar pasar un encuentro y decirle: “Te he dado mi idea, si no te gusta, ve a otra parte”.

Por ejemplo, si yo solo diera buenas charlas cuando viene gente rica que podría donar algo, y charlas malas cuando vienen a escuchar solo unos cuantos viejos hippies, no sería ni un buen maestro ni un hombre honesto. Tengo que dar todo lo que pueda en todas las situaciones. Entonces, si algo no se entiende de la manera correcta, es el karma de las personas.

No creo que sea una buena idea medir el amor, más bien yo lo daría todo. En el amor, hay que ir a fondo y abrazar al que se acerque –y si alguien mantiene la distancia, también está bien–. Pero avanza con toda la fuerza que tengas y da lo que puedas. Esa es mi fórmula. Si la gente puede recibirlo todo, entonces reciben el cien por ciento; y si solo tienen el karma para un cinco por ciento, eso no significa que nosotros les damos menos.

¿Qué deberíamos hacer con amigos que constantemente se meten en situaciones difíciles, pero no están abiertos a recibir ayuda?

Respuesta de Lama Ole:

Si alguien realmente necesita golpearse la cabeza contra la pared, no tienes que estar siempre allí sosteniendo una almohada. En cambio, actúa como un torero, que grita “Olé” y deja que el toro se dé contra la pared. Antes de que los malos hábitos echen raíces muy profundas, la gente debería sentir rápidamente que las consecuencias duelen de verdad –que duelen tanto que el ego ya no puede seguirnos dorando la píldora–. Tal vez de esta manera se les ocurra cambiar algo.

Por supuesto, hay algunas cosas que no deben suceder. Por ejemplo, uno debe hacer todo lo posible por asegurarse de que alguien no se contagie de SIDA, ni lo pase a otros. No debemos permitir que nadie dañe con gravedad la salud de otros ¡pero está perfectamente bien si alguien acaba con la nariz sangrando a nivel personal! A menudo, tiene que doler mucho antes de que el ego esté dispuesto a ceder territorio.

Las enseñanzas del Buda son algo muy, muy precioso. Uno no debería correr tras las personas con ellas. Uno les hace saber que tiene las enseñanzas y ellos pueden correr por todos lados, hasta que descubran que las necesitan. Luego, podemos compartir con ellos lo que tenemos, pero nadie puede esperar que corramos tras ellos.

A menudo siento presión por las expectativas que mi familia tiene de mí. ¿Cómo puedo reducir este estrés sin decepcionar a nadie?

Respuesta de Lama Ole:

A las personas puedes darles pescado o enseñarles a pescar. Como budistas, deberíamos enseñarles a los demás a pescar y hacer que sean independientes. Jugamos con nuestros hijos hasta que aprenden a jugar solos. Luego podemos estar con ellos en ocasiones, y en otras hacer algo diferente. Si siempre apuntamos conscientemente a hacer que los demás sean autónomos e independientes –a que puedan desarrollarse y dominar por completo sus capacidades– podremos lograr mucho.

Si miramos las cosas desde esta perspectiva, no es difícil invertir media hora en la familia a veces, incluso cuando llegamos cansados a casa. Y luego, puedes decir: “Ahora están dando el noticiero y me gustaría verlo”, y más tarde, vuelves a darle un poco de atención a tu familia. Lo que es una verdadera carga es el hecho de que las generaciones hoy en día se estén alejando. En todas las sociedades, los niños solían ser criados por los abuelos mientras los padres salían a trabajar. Es una pena que las generaciones de personas mayores estén ahora sentadas en hogares de ancianos, mientras que los fuertes –quienes deberían estar trabajando duro y produciendo– tengan que pasar todo el día cuidando a los niños.

Algunas personas están muy orgullosas de sus años de práctica o de su contacto cercano con el Lama y menosprecian a los principiantes. ¿Puedes decir algo sobre esto?

Respuesta de Lama Ole:

Si uno quiere ayudar a otros, el orgullo es el peor enemigo. Las personas orgullosas piensan que son mejores que los demás, se aíslan del resto y los hacen sentir incómodos.

Yo insisto en que ustedes –especialmente quienes trabajan estrechamente conmigo– se conviertan en sirvientes de la gente, como lo dijo Federico el Grande de la antigua Prusia. La lealtad, la admiración hacia los demás, es quizás el sentimiento más fuerte que existe. Por supuesto que debes dejarte inspirar desde arriba, pero también debes tener solidaridad y pensar en quienes son más débiles. Debemos aprender no solo a ser leales, sino también a ver qué podemos hacer por los demás. Esa es una preciosa cualidad humana, pero debe aprenderse porque solo comienza desde un cierto nivel de conciencia en adelante. Quiero que mis alumnos siempre piensen, “estoy aquí para la gente” y no, “ahora no tengo tiempo” o “esto lo haré de prisa”.

Uno nunca debe pensar que un problema es demasiado tonto. Por supuesto, el noventa por ciento de todos los problemas son un poco tontos, pero son parte del crecimiento de las personas. Y si no les damos a las personas lo que necesitan, no se desarrollarán más. Quizás el problema sea tonto para aquellos que hemos meditado unos años más, o que hicimos más en la vida pasada, pero para ellos los problemas son reales. Por lo tanto, debemos responderles y hacer lo mejor que podamos, sin pensar en absoluto en términos de “mejor” o “peor”. Debemos ser realmente el más humilde servidor de todos los que lleguen.

Eso es difícil por supuesto. A menudo tenemos prisa y poco tiempo. La mayoría tampoco están acostumbrados a actuar de esta manera. En el mundo de los negocios no tienes que hacerlo,  ¡pero en el budismo, sí! Eso aplica para todos ustedes en los centros y para quienes viajan conmigo. Cuando la gente solo quiere crear problemas, pueden decir: “Habla con aquel”, o enviarlos lejos. Pero cuando tienen un problema real, debemos reaccionar a esto y no pensar que somos demasiado buenos para ellos.

¿Sigue siendo uno capaz de tomar decisiones prácticas luego de alcanzar un nivel donde no juzga demasiado ni piensa en términos de bueno o malo?

Respuesta de Lama Ole:

Por supuesto, seguirás viendo el sufrimiento y las dificultades del mundo. La cuestión es no estar atrapado en ellos uno mismo. Si tu barba ya no está atascada en el buzón –si ya no estás atado a tus propias emociones perturbadoras y ves las posibilidades de los seres, entonces puedes actuar desde el excedente y la fuerza.

Se trata de que tú mismo alcances un nivel donde ya no seas vulnerable. De esta forma te vuelves capaz de trabajar por otros. Si ya no estás atrapado en tus propias dificultades, entonces puedes ver las dificultades de otros y hacer lo que los ayudará en el largo plazo. A diferencia de los políticos, que solo piensan a dos años hasta la próxima elección, piensa como un estadista que mira cómo lucirán Alemania, Dinamarca o Europa dentro de cien años. Sé previsor. Solamente trata con las cosas realmente importantes –las de largo plazo–.  Si la gente recibe o no cinco centavos más en su cheque de nómina ahora mismo, no es tan importante. Las cosas importantes son la libertad, el desarrollo, la situación de las mujeres y que la gente siga siendo inteligente.

Por un lado, deberíamos aceptar responsabilidades; por el otro, no deberíamos tomarnos las cosas tan en serio. ¿Cómo encajan estas dos ideas?

Respuesta de Lama Ole:

Puedes asumir responsabilidades sin volverte totalmente serio. Tómalo con un poco de humor y visión a largo plazo. Si tienes sentido del humor y ves las cosas mas allá de lo personal, entonces los problemas no surgen. Pero no puedes funcionar como una maquina que no tiene aceite. Tengo tal vez 100 000 estudiantes y personas con quienes tengo una conexión alrededor del mundo. Eso me lo tomo en serio. Me entrego 24 horas al día, pero con un buen ánimo, sin mal humor. Haz lo que sea necesario, pero no hagas una gran cosa de ello.

¿Cómo podemos ayudar a las personas que se quejan todo el tiempo, que están siempre insatisfechas, pero no quieren realmente hacer algo con sus problemas?

Respuesta de Lama Ole:

Hazles saber que no te interesa ese tipo de comportamiento ¡No les respondas! Cuando le haces ver a la gente su riqueza, se vuelven ricos. Si ellos se fijan en sus debilidades y errores, se vuelven pobres. Básicamente, la más alta verdad es el más alto gozo.

También es bueno mostrarle a la gente lo que sucede en el mundo, para que pongan sus problemas en perspectiva. Eso también los ayuda mucho.

¿Cómo podemos ayudar a alguien que siempre está deprimido?

Respuesta de Lama Ole:

Primero, muéstrale que su viaje mental no es interesante. Muéstrale que lo soportas porque son amigos, pero que no gana nada con eso, ni se vuelve más interesante. Luego, tal vez puedas hacerle cosquillas mentalmente –si no puedes hacerlo de otra manera–. Tan solo sé tercamente amistoso y responde únicamente a las cosas positivas. Yo hago eso. Sé que a veces los exaspero cuando lo hago. Vienen a mí pensando que tienen un gran problema, pero en realidad el punto es reconocer el espejo detrás de todos los reflejos que aparecen en él.

Mientras que ustedes solo ven las numerosas imágenes en el espejo y el agua sucia que sale de él, yo veo que cada vez más partes del espejo como tal comienzan a brillar. Eso es lo que me interesa. Los velos e impedimentos pasan y cambian todo el tiempo ¿Quién se los toma en serio al fin y al cabo? Eso no es importante.

Lo importante es la naturaleza búdica detrás de los velos. Eso es lo verdadero. Eso se vuelve más fuerte y es lo que verán y experimentarán cada vez más. No me burlo de ustedes ni soy superficial cuando les digo, “¡Te ves bien!” De hecho, se ven mejor cuanto más tiempo llevan en el dharma, realmente aprenden algo y se desarrollan.

Si alguien viene a nosotros y quiere contarnos sus problemas, ¿cómo podemos evitar vernos arrastrados a su mal viaje?

Respuesta de Lama Ole:

No aceptes nada de eso ¡Un nivel más alto de gozo es un nivel más alto de verdad! Una emoción perturbadora es algo negativo en sí mismo, algo que trae sufrimiento, un error en el programa. En cambio, dale a esa persona tu viaje mental. Se llama realismo: tú haces que las cosas buenas sean reales.

Siéntate allí con el Lama en tu corazón riéndose e irradiando luz a todos. Luego, ellos pueden contar sus historias hasta que sea demasiado y se vayan. Es un error fortalecer los malos viajes mentales de la gente. Hacerlo sería malinterpretar la actividad del bodhisattva. La verdadera actividad del bodhisattva es decirles a las personas: “¡Todo es un sueño! ¡El viaje mental no es importante! ¡No estaba allí antes y pronto habrá terminado!”.

¿Qué consejo podemos darles a los amigos no budistas cuando nos damos cuenta de que están demasiado aferrados a sus emociones perturbadoras?

Respuesta de Lama Ole:

En situaciones como esta, podemos recordar un dicho de antaño: “Lloraba por no tener zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía pies”. Puedes recordarles que muchísima gente la pasa mucho peor que ellos. Es posible que luego no les agrades; puedes deshacerte de algunas personas difíciles de esta manera. Pero cuando las cosas les empiecen a ir mejor, volverán a ti y otra vez les agradarás. Incluso, tal vez valoren tu honestidad en ese momento.