Respuesta de Lama Ole:
Con parejas o grupos muy pequeños que tienen relaciones cercanas, seguramente todos los involucrados tienen una parte del problema. Pero cuando el noventa por ciento de las personas que conocemos tienen el mismo problema con nosotros, no deberíamos tratar de zafarnos diciendo: “¡Oh, qué extraño! ¡Todos se han creado la misma ilusión!” Ahí tenemos que revisarnos a nosotros mismos de cerca.
Como dijo alguna vez Abraham Lincoln, de los Estados Unidos: “Puedes engañar a algunas personas todo el tiempo o engañar a todas las personas algunas veces. Pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”. Esta es una buena regla de oro para chequearnos y ver cómo los demás nos perciben. Si uno siempre tiene la misma discusión con la gente, quizás uno tenga un problema viejo con la ira, o puede haber algo subliminal que molesta a los demás. Yo me lo tomo muy en serio cuando la gente me dice algo.
La inteligencia es descrita como la habilidad de adaptarse a las nuevas situaciones. Es una buena señal si uno puede cambiar de vez en cuando y cortar unos cuantos kilos de grasa de comportamiento inútil.
No estamos siendo fieles a nuestros principios cuando nos aferramos a hábitos estúpidos. Si siempre estamos ofendiendo a otros, no podemos simplemente decir: “Bueno, es mi personalidad”.
Y realmente deberías alegrarte cuando la gente señala tus deficiencias, porque así puedes aprender. Esa es la razón básica por la cual todas las dictaduras caen: la gente descubre que el jefe no puede soportar escuchar nada malo de sí mismo. Luego, su círculo interno comienza a protegerlo de lo que realmente está sucediendo, y de repente toda la población ha partido en otra dirección. El jefe se queda con una pequeña pirámide de quince hombres que siempre dicen “sí”, y todo se derrumba.
Deberíamos estar contentos de recibir críticas. Mientras la gente nos critique, podemos aprender. Cuando se dan por vencidos y no dicen nada, o hablan a tus espaldas, entonces tienes un problema.